«... El psicópata suele ser el más encantador de los mentirosos. Sabe mentir mirando a los ojos y es capaz de llorar, bailar, cantar y encantar mimetizándose con los sentimientos de sus víctimas –personas a las que debería cuidar en lugar de dañar– para manipularlas. Y eso se debe al concentrado e irrefrenable egoísmo del psicópata, maestro en el arte de fingir generosidad. Por eso el psicópata es tan peligroso: porque jamás se exhibe como tal, siéndolo. La culpa no forma parte de su repertorio y es así como puede pasar del encanto a la violencia.
»Todo profesional de la psicología sabe, además, que si hay algo difícil con los psicópatas es probar que lo son, debido justamente a su capacidad de seducción y sus habilidades de convencimiento. Por eso ahora hay estudios en el mundo que muestran que los psicópatas son mucho más comunes en la política, los negocios y el mundo empresarial que lo que solía creerse...»
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